Pisco fue la ciudad mas afectada por el sismo que azotó la tarde del pasado miércoles 15 de agosto a los pobladores que sin saberlo se convirtieron en el punto de atención de las rotativas y cadenas noticiosas del mundo entero. Aquella fatídica tarde el caos reinó en cada punto de dicha localidad donde la furia de la naturaleza se hizo sentir con mayor intensidad.
A la mañana siguiente el panorama era mas que desalentador, casas derruidas, calles enteras destruidas, pistas y puentes colapsados y lo mas duro de este panorama fue observar a cientos de cadáveres, niños, jóvenes y ancianos regados en plazas y parques ante la mirada atónita de cientos de personas que aún no podían creer que eso haya pasado en su ciudad.
Era inevitable. El Sur del país parecía una orgía perversa de incoherencias, como si el terremoto hubiera desajustado el orden natural y básico de los eventos. Unos llegaban a Lima y otros huían lo mas lejos posible; los primeros para ubicar a sus familiares y los segundos para ver dónde coger el cerro para ver por donde comenzar a vivir de nuevo: sin casa, sin trabajo, sin ciudad y sin parientes.
Por otro lado, se pudo observar los cuantiosos daños sufridos a diversas formaciones rocosas naturales como La Catedral y El Fraile ubicados en la Reserva Nacional de Paracas, en Pisco las cales se derrumbaron por la violencia del movimiento sísmico.
De la misma manera diversas piezas arqueológicas y momias de los museos de Ica y Paracas corrieron la misma suerte según lo hizo saber el director regional del Instituto Nacional de Cultura (INC), Alfredo Gonzáles Barahona.
Mientras tanto, el Instituto nacional Penitenciario (INPE) informó que el local del complejo penitenciario de Chincha se derrumbó en un 90%, lo cual fue aprovechado por 631 reclusos varones y mujeres para huir. Sin embargo, indicaron también que, conforme avanzaban las horas, los reclusos volvían a ponerse a derecho.
El caso mas dramático se observó en la Iglesia del Señor de Luren ubicada en la plaza de armas Pisco en donde se llevaba a cabo una misa a la comunidad. En su interior se encontraban más de 300 fieles quienes quedaron atrapados bajo los escombros tras derrumbarse la bóveda central. Algunos pudieron escapar con vida, aunque la gran mayoría aun se encuentra sepultada.
Los esfuerzos de los bomberos y de personal de rescate se hacen cada vez mas urgentes ante la gran cantidad de cuerpos inertes que emergen de las cenizas de lo que alguna vez fue un hito de la fé popular. La gente aún aguarda parada frente a la Catedral con el corazón partido en pedazos y la esperanza de ver a algún familiar con vida o siemplemte esperar el cuerpo y darle una sagrada sepultura.
Este es el panorama que se vive a diario en Pisco, Ica y Chincha. La ayuda se esta haciendo sentir gracias al corazón humilde de gente que desinteresadamente está uniéndose al dolor de nuestros hermanos del Sur.
Hasta el momento la cifra de muertos a raíz del terremoto ocurrido el pasado miércoles 15 llega a 510 y 1039 heridos los cuales son atendidos en los hospitales de la zona así como también muchos de ellos fueron trasladados a la capital con serias lesiones, según lo informó el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) en su reporte preliminar de daños y damnificados por el desastre natural.
A la mañana siguiente el panorama era mas que desalentador, casas derruidas, calles enteras destruidas, pistas y puentes colapsados y lo mas duro de este panorama fue observar a cientos de cadáveres, niños, jóvenes y ancianos regados en plazas y parques ante la mirada atónita de cientos de personas que aún no podían creer que eso haya pasado en su ciudad.
Era inevitable. El Sur del país parecía una orgía perversa de incoherencias, como si el terremoto hubiera desajustado el orden natural y básico de los eventos. Unos llegaban a Lima y otros huían lo mas lejos posible; los primeros para ubicar a sus familiares y los segundos para ver dónde coger el cerro para ver por donde comenzar a vivir de nuevo: sin casa, sin trabajo, sin ciudad y sin parientes.
Por otro lado, se pudo observar los cuantiosos daños sufridos a diversas formaciones rocosas naturales como La Catedral y El Fraile ubicados en la Reserva Nacional de Paracas, en Pisco las cales se derrumbaron por la violencia del movimiento sísmico.
De la misma manera diversas piezas arqueológicas y momias de los museos de Ica y Paracas corrieron la misma suerte según lo hizo saber el director regional del Instituto Nacional de Cultura (INC), Alfredo Gonzáles Barahona.
Mientras tanto, el Instituto nacional Penitenciario (INPE) informó que el local del complejo penitenciario de Chincha se derrumbó en un 90%, lo cual fue aprovechado por 631 reclusos varones y mujeres para huir. Sin embargo, indicaron también que, conforme avanzaban las horas, los reclusos volvían a ponerse a derecho.
El caso mas dramático se observó en la Iglesia del Señor de Luren ubicada en la plaza de armas Pisco en donde se llevaba a cabo una misa a la comunidad. En su interior se encontraban más de 300 fieles quienes quedaron atrapados bajo los escombros tras derrumbarse la bóveda central. Algunos pudieron escapar con vida, aunque la gran mayoría aun se encuentra sepultada.
Los esfuerzos de los bomberos y de personal de rescate se hacen cada vez mas urgentes ante la gran cantidad de cuerpos inertes que emergen de las cenizas de lo que alguna vez fue un hito de la fé popular. La gente aún aguarda parada frente a la Catedral con el corazón partido en pedazos y la esperanza de ver a algún familiar con vida o siemplemte esperar el cuerpo y darle una sagrada sepultura.
Este es el panorama que se vive a diario en Pisco, Ica y Chincha. La ayuda se esta haciendo sentir gracias al corazón humilde de gente que desinteresadamente está uniéndose al dolor de nuestros hermanos del Sur.
Hasta el momento la cifra de muertos a raíz del terremoto ocurrido el pasado miércoles 15 llega a 510 y 1039 heridos los cuales son atendidos en los hospitales de la zona así como también muchos de ellos fueron trasladados a la capital con serias lesiones, según lo informó el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) en su reporte preliminar de daños y damnificados por el desastre natural.